Ayer volví a tener dieciséis añitos. Volví a esa adolescencia donde el Canto del Loco llenaba con su pop-rock las noches con amigos. A los conciertos con hora de regreso. A la alegría al reconocer los primeros acordes de "Volver a disfrutar" en un bar y hacer lo propio. A épocas donde, entre tanto disco de puro rock, algunos llevábamos también nuestros CDs de El Canto.
Letras juveniles ejecutadas con un nuevo sonido, fruto de la revisión que Dani ha dado a los temas de su antigua banda modernizando ese pop/rock que se tiñe ahora de arreglos indie. Fue en la gira de "Dieciocho", donde Dani Martín comenzó a tornar la vista atrás. En ese tour, sus llamativos colores y los mil efectos sobre el escenario (desde la kiss cam a disfraces de animales sobre el escenario, vídeos de falsos secuestros o eternos juegos con un gran cubo de agua) nos trasladaban a un punk/pop californiano con grandes dosis de fiesta. Ahora, aún con el parche de Green Day sobre su corazón, el madrileño tira exclusivamente de tablas y sobriedad. Sus temas clásicos. Nada más. Dani Martín apareciendo desde el provocador del escenario, iluminado por un tupido manto de linternas de móvil y una enorme pantalla.
Y es que 22 años sobre los escenarios se notan. Se notan al improvisar, al juguetear con el público, al picarse al estilo Freddie Mercury en Wembley sobre marcharse del escenario, al tirar de ingeniosos speech, lanzar referencias a la ciudad y, sobre todo, al incorporar al show cuanto ocurre entre su multitudinario público para hacerlo crecer. Al estilo del crowdworking ejecutado en el stand up comedy, Dani no duda en ironizar sobre los carteles, el público, explicar sus anécdotas... La más sonada de ayer fue sin duda cuando un desconocido Brian Valderrama acabó cantando "Contigo" junto a Dani Martín tras haber izado un cartel pidiendo desde el público subir a cantar. Un regalazo de experiencia que no se le olvidará en la vida, como tampoco borrará facilmente la noche de ayer de su memoria una emocionada niña que, conocedora de todas las canciones acabó subiendo al escenario para que el pabellón le cantara el cumpleaños feliz.
Y es que tantos himnos sonaron que el concierto en todo momento parecía estar a punto de acabar. No hubo momento de pausa. Uno tras otro desfilaban los grandes temas que la banda nos dejó en sus quince años de trayectoria. Apenas un puñado de temas de su carrera en solitario estuvieron presentes, y curioso que dos de ellos estuvieran relacionados con esta época: Dieciocho y No, No vuelve. También sonaron Portales, Cero, Mentira, Los Huesos....
Qué gran noche para el recuerdo en la que familias, grupos de amigas y recién llegados disfrutamos de la autenticidad de este artista madrileño.