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Sôber-23 de Febrero de 2019

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27 de febrero de 2019 - Crónica de concierto  -  Comentarios 0 comentarios
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Sinfonía del Paradysso es, llevado a gira, un proyecto ambicioso y creemos sin precedentes en el heavy/rock español. La adaptación de un disco mítico como es Paradÿsso en formato sinfónico era un trabajo más que interesante. Pero, el reto de trasladar ese concepto a una gira de 8 ciudades, acompañados por una orquesta sinfónica, supone una apuesta a largo que más allá del beneficio inmediato en un movimiento que sin duda reforzará el branding del grupo. Tuvieron problemas en Zaragoza para llegar a un acuerdo que les permitiera estar acompañados por una orquesta local -vía Heraldo.es-, pero movieron los hilos necesarios para fletar un bus y traerse a la Barcelona Rock Orchestra, con la que ya actuaron previamente en la sala Barts de Barcelona el pasado 1 de Diciembre.

Con un montaje menos espectacular que en anteriores citas de Sober+Sinfónica -sin videoproyecciones, y sin un director de orquesta-. Ante la atenta mirada de abundante público -pese a no lograr el lleno en el Teatro de las Esquinas-, fueron desgranando con intensidad su repertorio. El core del público incluía una media de edad de aquellos que a finales de los 90 comenzábamos a tener uso de razón musical. Alguno venía ya acompañado por sus vástagos, bebé de 6 meses incluido, con su body de Sôber, viviendo el rock de forma precoz.

El grueso de canciones procedía de ese disco al que homenajeaban. Pocos aderezos necesita un disco que contiene tal despliegue de temas como Arrepentido, Diez Años, Cápsula, Mis Cenizas... Sigue sonando increíble la alineación de astros necesaria para que un grupo genere un disco con tal calidad en cada tema tan sólo un año después de haber publicado Synthesis. A esa colección de himnos, Sôber suma tres temas de arreglos orquestales que ya aparecían en la revisión en disco de Paradysso: Naufrago, El Hombre de Hielo y Superbia (utilizada para el cierre), y otros donde esos arreglos se ven más que naturales: Blancanieve, El Viaje, Vacío y Estrella Polar. Es precisamente esta balada, orquestal desde su origen, el tema escogido para arrancar los bises, con Carlos Escobedo paseando entre el público de forma calmada, interactúando con unos y otros: selfies, fotos, y canciones susurradas. Un Carlos Escobedo que precisamente cumplía años ese día, y recibía una tarta sobre el escenario (¿a cuántos de vosotros os ha tocado el cumpleaños feliz una orquesta mientras sopláis las velas?)

Con la contundencia sonora que aporta una orquesta, con la sobriedad de una banda cercana, con arreglos bien desarrollados, y unos músicos que aún se atreven con la improvisación sobre las tablas pese a lo solemne de contar con una orquesta tras ellos. Con la potencia de los temas que sonaron. Con un público entregado. Todo a favor para una noche en la que muchos se reengancharon a la banda con la excusa de esta ocasión de tintes irrepetibles, a punto de cumplir Diez Años desde su prolífico regreso a la escena musical.

Artículo escrito por Héctor Mainar

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Fotografía por Héctor Mainar