Hasta los topes llenaron Fito y Fitipaldis el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza en la primera cita musical sin mascarilla obligatoria. 9.000 almas (ni una más cabía), en una impresionante imagen que dejaba claro que la pandemia -o al menos lo peor de ella- comienza a darnos algo de ansiada libertad.
Era el segundo concierto de esta gira, tras tener que suspender las citas de Santander -debido a las restricciones por el COVID- y Gijón -tras contagiarse el propio vocalista-. Sin embargo, todo sonó rodado y nítido, como sólo Fito puede sonar.
Un despliegue de pantallas audiovisuales para que el público intergeneracional que Fito congrega no se perdiera un detalle en este concierto abierto por Morgan.
Hasta 8 de las diez canciones que componen “Cada Vez Cadáver” sonaron en el repertorio (tan solo Fantasmas y Transporte quedaron fuera), alternándose con temas míticos como “Por la boca vive el pez”, “Whisky barato”, “La Casa por el tejado”; “Antes de que cuente 10” o “Soldadito Marinero”, amén de otros que no fueron singles tan claros pero hacen las delicias de los que seguimos al bilbaíno. Sienta bien el aire potente y guitarrero que este último trabajo insufla al conjunto de la banda, refrescando el show y haciendo que el público vibre como nunca.
Mención especial al tramo más íntimo, el de los primeros bises, donde “Abrazado a la tristeza” de “Extrechinato y Tú” fue rescatado de forma dulce con la voz de Morgan (que subirían al escenario como banda una vez más) y el slide de Carlos Raya en un cálido instante al que seguiría “Soldadito marinero”. El cierre fue para otra autoversión: la potente y plateresca “Entre dos mares”que dio paso al coreable cierre de "Acabo de llegar", donde público e incluso el propio Fito acabaron forzando la voz.
Alrededor de dos horas y media de concierto donde demostraron los grandísimos músicos que forman la banda, la vigencia atemporal de Adolfo Cabrales y los suyos. Y donde no se cansaron de agradecer a los presentes por haber esperado al grupo en este forzado parón.