Con esta, ya son dieciséis las veces que servidor ha repetido el ritual de romper el plástico de un disco original creado por Reincidentes.
Esa ruptura, que anticipa el momento de, entre nervios , escuchar los
nuevos temas de los grupos a los que sigues, previo a la satisfacción de
ver satisfechas las expectativas creadas o de cagarse en la madre de
los compositores de un disco que no merecían los billetes gastados. Esa
cada vez más incomprendida acción que, a este ritmo, corre peligro de
extinguirse.
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