Cinco añitos han pasado ya desde Once,
el anterior trabajo de estudio de los de Hortaleza. Entre tanto se nos
fue Robe, uno de sus fundadores, con la crudeza que siempre implica el
trágico fin para un miembro de cualquier grupo de amigos, y con el duro
trago de sentir su ausencia directa en un escenario en el que los
supervivientes deben seguir divirtiendo al público. Un disco diez por el hecho de demostrarnos que seguirán tirando del
carro, y también por lograr el objetivo de nutrir de nuevos temas a los
directos de la banda, pues suenan ya a creapogos tanto para los que los
conozcan como para los que lo escuchen por primera vez en vivo.
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