Sello: Dro
Seis años sin disfrutar de un disco nuevo de
Extremoduro es un hecho atípico. La ausencia temporal de las musas de Robe Iniesta ha hecho que éste nuevo trabajo, La Ley Innata, se vea precedido de tan grande periodo en el que la popularidad de su estilo no ha hecho sino crecer.
“Yo minoría absoluta” era, dentro de su discografía, el álbum más fácilmente asequible por las masas: temas con carácter, de líneas muy melódicas, y letras potentes y canallas, donde muchos cortes sonaban a perfecto single transgresivo. Este disco puramente de
“canciones” se vio apoyado posteriormente de la edición de un doble recopilatorio, lo cual ha permitido a la banda seguir siempre en el candelero, e ir ganando nuevos adeptos –de edades especialmente bajas-, que en este periodo han ido haciendo suyos los temas clásicos de la banda.
Ahora Extremoduro regresa, más apoyado por las masas que nunca, y lo hace con un disco radicalmente diferente en su concepción respecto al anterior. Donde
“Yo minoría absoluta” era
“canciones”, ésta
“La ley Innata” es
“compacidad”. Un disco de un solo tema, una ópera rock patria dividida en seis pistas, con una continuidad a lo largo de todo su metraje. De estructura circular (comienza donde acaba la anterior escucha), y apoyado en diversas estructuras repetitivas que dan coherencia al devenir de fragmentos, sólo puede ser comprendido en su integridad. Ya no quedan en la cabeza posos de canciones, sino que la escucha ha de ser íntegra para comprender la obra como tal. Ni siquiera en las letras destacan frases concretas, como en otras composiciones de Robe: mantiene sus versos en un nivel elevado pero no aparecen demasiadas frases lapidarias o versos vendecamisetas que pronto se retenían en anteriores discos.
No es la primera vez que Extremoduro se lanza con un disco de una sola canción, siendo algo que ya hizo en Pedrá (aunque inicialmente fuera un proyecto paralelo al grupo). En esta ocasión repite el formato, pero sumando a su apuesta las posibilidades actuales de producción en la banda (con su pieza clave llamada Uoho), y fragmentos que combinan la rabia de su rock transgresivo en las primeras épocas con los sonidos más melódicos y la riqueza en arreglos de “Yo minoría absoluta”. Violines y trompetas, mariachis y flamenco: todo vale para aderezar este rock transgresivo.
Los títulos de sus cortes evocan los sentimientos transmitidos por la obra, que arranca con una
“dulce introducción al caos” para sumirse en
“el sueño”, y explicar
“lo de dentro”,
“lo de fuera” y
“la realidad” en los sucesivos movimientos, que se ven rematados por una coda de aires flamencos. Cada uno de los cortes tiene su personalidad, como parte de un conjunto: espacios más alegres se mezclan con la oscuridad, con la rabia, con letras más duras siempre introducidas por momentos instrumentales que actúan de nexo entre los fragmentos.
El éxito de ventas parece por ahora apoyar el nuevo lanzamiento de Extremoduro, convirtiendo a este disco en disco de oro en apenas tres semanas, hecho destacable en estos tiempos inciertos para la música. Algunos lo apuntan ya como el mejor disco del grupo…francamente me resulta difícil comparar este atípico trabajo con sus precedentes. De lo que no hay duda es de que la espera ha merecido la pena, y tenemos entre manos la obra más compleja de la banda hasta la fecha, con una personalidad a nivel de disco difícil de igualar.
Artículo escrito por
Héctor Mainar
Comentarios
Alberto -
20 de octubre de 2008
Hector, me parece muy acertada tu crítica.