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Elefantes-22 de Abril de 2016

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23 de abril de 2016 - Crónica de concierto  -  Comentarios 1 comentarios
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Hay plazas que, para algunos músicos y bandas, son importantes más allá de la procedencia de la formación. El idilio entre los Elefantes y Zaragoza data de mucho tiempo atrás, en una historia marcada por abarrotados conciertos en las Fiestas del Pilar, la conexión Bunbury, o la facilidad para ver al cercano Shuarma entre el público de diversos conciertos en la ciudad. Dicen que es complicado ser profeta en su Tierra, pero los catalanes Elefantes encontraron el lugar donde ser profetas al otro lado de la Francha.

Por eso, cuando la ruta de los Elefantes pasa por la insólita aventura de crear un disco monográfico sobre el amor, no es de extrañar que su paso por esta ciudad inmortal culmine en una gran noche de pasión sobre las tablas. 

Y así fue. El siempre carismático Shuarma desplegó su naturalidad y dejó fluir su dulce e inclasificable voz, para arrancar el concierto  desgranando varios de los cortes de su reciente trabajo, comenzando por “Lo más pequeño” y la directísima “Volvió la luz”. Y es que, en una etapa de sobreproducción, artilugios en escena y rock stars del social media, Shuarma es un carismático refugio que se mueve y canta de forma extremadamente natural, pisando con la seguridad del frontman y la felicidad de un niño con ganas de jugar sobre el escenario. Precisamente es eso lo que, según Wikipedia, significa su sobrenombre artístico en hindú: “refugio, seguridad, protección, felicidad, confort”.

Muchos momentos estelares en el devenir de un concierto de dos horas y media de metraje. La veneración de su audiencia por los temas antiguos. Lo coreado de algunos de los nuevos, como “Duele” que el público zaragozano habrá quemado en casa por la colaboración de esa pieza clave en la trayectoria de Elefantes que es Enrique Bunbury. Esas canciones perfectas que son “Azul” y “Que yo no lo sabía”. La notable serie de versiones (Jose Alfredo, Manuel Alejandro o los imprescindibles Triana…), entre la que inevitablemente llama la atención la versión de Perales con la que dejarse embaucar por lo kitsch y gritar a los cuatro vientos eso de “Te quiero”. La sorpresa de ver a los Elefantes tan Elegantes, impecablemente trajeados al comienzo y con sobrias vestimentas negras en los bises. Los musicazos que más allá de Shuarma componen Elefantes. El fragmento de “Purple Rain” que colaron antes de la última canción, justo entre “Piedad” y “Cuéntame” –¡qué fans somos todos esta semana de Prince, ya se nos olvidó Bowie!-

Elefantes demostraron estar en estado de gracia en esta segunda juventud, tras su regreso hace un par de años. Un concierto perfecto. No obstante, el sold out colgado anoche se ha repetido en todas las citas de su actual gira. Se les percibe seguros, cómodos en su inclasificable terreno musical. Demasiado antiguos para la moderna escena del indie-pop nacional. Demasiado blandos para los rockeros. Demasiado complejos para aquel que quiere escuchar música sencilla sin complicarse. Tan inclasificables, duros y moñas, que son capaces de construir sin ataduras este disco en torno al amor y metérsenos a todos en el bolsillo, tanto en formato álbum como en esta presentación en vivo.

Y como no, al finalizar, la banda despidiendo a pie de calle a los asistentes junto a la salida del Teatro de las Esquinas, para charlar un ratito con ellos y hacerse una foto. Faltan más grupos como Elefantes. Faltan más noches como la de ayer.

Artículo escrito por Héctor Mainar

Comentarios

Pilar - 23 de abril de 2016
Gran concierto, como siempre que nos deleitan con su presencia.

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Fotografía por Héctor Mainar