Un concierto dividido en dos partes, como siempre hizo Extremoduro. Una primera parte con temas de Robe donde en el tercer tema, tras "Guerrero", ya sonó la adaptación de "Si te vas" con esta banda, que suena bellísima y potente. No sería la única, pues antes del parón, sonaría una enérgica "So payaso" como plato fuerte antes de hilar con la "Dulce Introducción al caos". No es casual, pues es abiertamente aceptado que "Mayéutica" es la continuación lógica de ese mítico "La ley innata" que tan importante fue para el sonido de los últimos Extremoduro.
Llegó el parón. 30 minutos para rellenar o vaciar el organismo de líquidos, y en general hacer todo aquello -legal- que cada cual necesitara. Tocaba coger fuerzas para lo de después: Mayeútica tocado del tirón. Una suerte de opera rock moderna, en el que los variados miembros de la banda disfrutaron como nunca. Todo fluía, y se rompían los corses de tocar temas independientes. Esta composición gana sentido cuando se toma en una sola dosis, sin distracciones. Y el público coreaba cada verso de esta compleja obra sin titubear, fruto del impresionante calado de este álbum.
Y el colofón... ¡Menudo colofón! El poema de Ortega Palomares que abría el videoclip de "Standby" nos situó a todos en punto muerto, para la traca final compuesta por la dupla de "Standby" y "La vereda de la puerta de atrás", a la que siguió "Y rozar contigo". Y al final, como no puede ser de otro modo, se pidió a los asistentes que amaran, amaran y ensancharan el alma. Ya no corre Uoho junto al de Plasencia en ese potente cierre, pero la apoteosis ocurrió igual en el cierre de este largo y ansiado concierto.