Sello: Realidad Musical
Si por algo se ha caracterizado Boikot es por su interés en buscar nuevas experiencias, que queden plasmadas en sus discos para que cada uno de sus compactos persiga una personalidad propia. La fórmula les funcionó a la perfección, hace ya unos cuantos años, con la recordada trilogía de “La Ruta del Che”, en la que Latinoamérica se hacía palpable. Tras unos discos de reposo, la banda vuelve a poner de su parte para forzar una evolución musical.
En esta ocasión lo hacen poniendo rumbo a los Balcanes, con pasajes grabados en Roma y Galicia. La conexión Madrid-Mostar fomenta la inclusión de nuevos sonidos en la música de Boikot. El entorno de posguerra, y las condiciones del lugar aportan líricas antibélicas y contestatarias, donde ha lugar para la fiesta. El folklore local incorpora instrumentos poco comunes en el punk-rock, que de mano de músicos locales crean un ambiente diferente para este disco. La pesadez de las guitarras del disco predecesor en la carrera de Boikot (“Tus problemas crecen”) deja lugar a un aire festivo y alegre, donde una gran presencia de vientos hace que algunos cortes nos traigan a la mente a los recién regresados Ska-P, o a la atmósfera que rodea las películas de Kusturica. No es un disco al uso de Boikot, y temas como “No hay que olvidar” son la mejor opción a la hora de medir esta madurez, y ausencia de clichés: en el punk-rock estatal hay lugar para la electrónica, y lentos temas de sentida voz femenina.
Un sonido fresco, una nueva vuelta de tuerca a la música de Boikot, donde los paralelismos con la Ruta del Che están presentes también en la elección de su productor: Javier Abreu. Y es que en el rock urbano, pese a lo que pueda parecer, hay todavía un lugar para la innovación. Boikot ha tenido el acierto de replantear su fórmula, antes de que ésta comenzara a agotarse por tedio.
Artículo escrito por
Héctor Mainar