Sello: XY Records
Resumamos qué es “Luter”, para aquellos que no conozcan el proyecto:
Tras la separación de “Los Reconoces”, hace ahora poco más de dos años, su voz cantante –Eduardo García “Luter”- se embarca en busca de una nueva forma de desarrollar su actividad musical, como letrista y vocalista. Ginevra Benci fue el primer nombre que conocimos para su nueva banda. Formada allá por marzo de 2007, la banda pronto editó una demo de seis temas, pero el proyecto duraría poco más de medio año. Así, a mediados de Diciembre de ese mismo 2007, justo un año después del adiós de Los Reconoces, Luter anuncia su intención de lanzarse, de una vez por todas, en solitario. Denominado simplemente como Luter, se arropa en Fauno y Jandri para formar la base rítmica del proyecto.
Y ahí entra en juego lo que ahora disfrutamos. Añicos es el debut de Luter. La primera parte, dicen, de una trilogía como apuesta de futuro de la formación. Suena mucho a “Los Reconoces”, pero es que Los Reconoces eran en buena parte las propias entrañas de “Luter”. Comparten una reconocible voz, y el inconfundible gusto y alma de éste a la hora de crear las letras de las canciones. Toman la parte más animada y puramente rocanrolera de estos, con menos temas lentos y prescindiendo igualmente de sus composiciones más acústicas. Las nuevas composiciones de este espíritu de cantautor hasta ahora arropando en bandas son más frescas y ágiles que de costumbre. Se pierde en el camino algo de sentimiento, de temas entrañables, pero la carencia se compensa con una ganancia en diversión y optimismo.
El disco fue grabado en Cangas de Onis por Pablo Viña y el propio Luter entre marzo y abril de 2008, y salió a la venta a finales de Octubre de 2008.
No engañaremos: pese a los cambios de nombre, los estilos de los proyectos en los que Luter va desarrollando su actividad están íntimamente ligados. No sorprenderá demasiado a nadie: si otras bandas de Luter no te gustaron, éste disco tampoco creemos lo haga; si éstas te gustaban, “Añicos” no te defraudará en absoluto.
Artículo escrito por
Héctor Mainar